La Korrika ha arrancado y durante diez días a cualquier hora alguien estará corriendo, “Harro Herri Korrika”, el pueblo orgulloso corriendo. Al quinto día, los miembros de Garabide hemos esperado también a la Korrika al borde del camino, entre Peñacerrada y las Ventas de Armentia, en Álava. Con el calor transmitido por el sol, nos quitamos los abrigos, nos ponemos los petos y nos ponemos a estirar.
Ya viene. No, todavía no, pero al escuchar la música de la primera furgoneta de la Korrika que ha pasado se nos ha puesto la sangre a borbotones, “bihotza pil-pilean, tik-tak tik-tok, tik-tak tik-tok”. Seguimos haciendo calentamientos. Ahora sí que viene la Korrika, vienen los corredores. “Ttipi-ttapa tipi-tapa Korrika!”. Ya nos ha llegado el momento, el honor, de coger el testigo.
Nos vamos. Con la mañana del lunes y el entorno rural no somos muchos, pero gracias tanto a la ilusión traída de antemano como a los ánimos dados desde la furgoneta avanzamos con muchas ganas. “¡Araban ere euskararen alde!” Sonrientes hemos enseñado los dientes a la dura cuesta.
Se va. Entre gritos y saltos hemos completado el kilómetro casi sin darnos cuenta y hemos dado el testigo. Junto a los euskaltzales que se han unido al pelotón hemos reivindicado “Trebiñu ere euskaldun” (Treviño también euskaldun). Hemos sostenido la Korrika con aliento y sudor durante al menos un kilómetro para que luego explote en Vitoria-Gasteiz por la tarde.
Lo somos. Se va la Korrika, pero como dice la canción de este año, "... harro herri korrika, bagara! Harro herri korrika, plazara! (el pueblo orgulloso corriendo, lo somos, (...) a la plaza). "Y el domingo los euskaltzales nos reuniremos en la fiesta de fin de Korrika en Baiona y demostraremos que “mingainaz mingaina, mintzairaz mintzaira (...) euskararen sarea ez d(el)a eroriko” (de lengua a lengua, de habla a habla (...) la red del euskera no caerá").