En el artículo anterior sobre el programa ADITU ofrecimos datos cuantitativos del programa: cuántas personas participan y sus respectivas comunidades, cuántos temas teóricos o cuantas visitas a entidades, tanto públicas como sociales relacionadas con el proceso de normalización del euskera, entre otros. Por medio de estas líneas, sin embargo, queremos ofrecer una visión más cualitativa.

Primeramente, queremos denunciar los problemas que encuentran las personas participantes para poder asistir al curso. En muchos casos las gestiones son agobiantes y, en otros, sencillamente, no les dan el permiso correspondiente para entrar en Europa. Son 16 las personas participantes, pero deberían ser 19. Es decir, 3 activistas de su lengua, cada una de un continente (Bolivia, Turquía y Marruecos) no han podido asistir al no concedérseles el, por desgracia, preciado visado. Es muy llamativo que en un mundo en el que el dinero y las mercancías se mueven con tanta facilidad, las personas de ciertas características (todas sabemos qué características) sean imposibilitadas, en muchos casos, para viajar en libertad.

Tambien queremos comentar lo que se ha hecho en este mes de octubre en el programa. Para ello hemos preguntado a la responsable del grupo de las personas participantes, Milouda El Hankari, su valoración sobre tres aspectos: las clases teóricas, las visitas a las entidades y las actividades de ocio.

Su valoración sobre el apartado teórico es muy positiva y resalta el hecho de que los diferentes módulos tengan una lógica ya que unos temas se complementen con otros. Respecto a las visitas a entidades, remarca las realizadas a entidades sociales y, dentro de ellas, las entidades más humildes o que realizan su labor en situaciones más precarias. La razón es obvia: se sienten más cercanas con las entidades modestas porque ven más factible desarrollar ese tipo de proyecto en su comunidad. Y, finalmente, respecto a las actividades no académicas, destaca sin ningún género de duda la salida montañera realizada a Degurixa el sábado 21 de octubre. Después del esfuerzo por las laderas, todo quedó compensado con lo vivido en la chabola en torno al fuego y en un ambiente entrañable.

He aquí unos aspectos que, sin ser una valoración global y exhaustiva, nos dan detalles de cómo debe ir el ADITU en las próximas ediciones.