Autoría: Jose Antonio Flores Farfan, Lorena Córdova Hernandez y Josep Cru
La revitalización lingüística consiste en poner en marcha diferentes tipos de acciones a favor de la diversidad lingüística del planeta. Si bien cada caso de desplazamiento es particular, desde la década de los noventa del siglo pasado la situación de amenaza o peligro de desaparición en la que se encuentra la mayoría de las lenguas del mundo ha motivado a lingüistas, científicos sociales, activistas, organizaciones internacionales y Estados a iniciar distintas estrategias que incidan positivamente en el cambio de dicha tendencia de desaparición,1 al punto de que 2019 se declaró como “Año Internacional de las Lenguas Indígenas” y en ese mismo año se instauró la Década de las Lenguas Indígenas por la Organización de la Naciones Unidas (onu).
La efervescencia en torno al reconocimiento de las lenguas y su revitalización, mantenimiento y desarrollo es un indicio fehaciente de la gravedad de la situación y de la preocupación de distintos sectores de la sociedad, principalmente de los propios pueblos originarios, por intervenir activamente en la recuperación de uno de los legados más valiosos de la humanidad: sus lenguas. Como se verá a lo largo del presente texto, esta movilización a nivel mundial no sólo obedece a la inquietud respecto del desplazamiento de diferentes sistemas comunicativos (orales o escritos), sino que demanda todo un proceso político, étnico, interpersonal, incluso emocional, como recientemente se ha enfatizado al comprender las lenguas como medio de sanación física y mental (cf. Whalen, Moss & Baldwin, 2016). Es decir, la revitalización como respuesta y acción imprescindible.